jueves, 20 de noviembre de 2008

Calcetines


Le mordió el perro y no se supo bien quién gruñía más alto. A veces es mejor no escuchar.
Probablemente nadie preguntó por él, por eso no dejó ninguna nota. Lara solía dejar post-it por todas partes y él no dejaba de repetirle que no lo hiciera, que los post-it ya están pasados de moda. Pero aún así llenaba la casa con corazones, tiras, flechas, cuadraditos de colores chillones con palabras inconexas y sin sentido.
El amor es así, se dijo, una suma de figuras de colores, de palabras que van y vienen, que nunca tienen un sentido completo. Es muy triste acabar de esta manera. Sin embargo, más triste es continuar viviendo una mentira.
Todos los domingos salía a correr por el parque, pero hoy no es domingo. Todos los lunes solía ver el programa de la 2, pero ya no tiene tele. La barriga flácida, el culo caído. Maldita juventud... perdida. Comprende que los días tienen 24 horas, lo que no le cuadra es que cada año se atrase el reloj más tarde. ¿Tendrá que ver con el Calentamiento Global? ¿O será una treta para alargar el verano y que la gente salga más y, en consecuencia, gaste más? Este tipo de preguntas sólo le vienen a la cabeza cuando está de resaca. Cuando va borracho no piensa y si lo hace da igual, porque al día siguiente nunca se acuerda.
Es como follar encima de la lavadora. El movimiento mola, pero el sonido le saca de quicio y a veces no se puede concentrar. Lara solía sonreírle cada vez que hacía la colada: me pone cachonda verte doblar calcetines- le decía. Y los dos se reían como locos. Ahora ya no se ríen, pero sí van como locos. De hecho, cree que perdió la cabeza hace mucho tiempo. Cuando el trabajo se acabó y sólo pudo dedicarse a leer el periódico cada mañana. Al principio leía las ofertas de trabajo, se interesaba por encontrar otro empleo. Después sólo leía las esquelas y a veces, los anuncios de contactos. Piensa que ese tipo de anuncios son poesía y que detrás de todos ellos se esconde una sola persona. Una persona sola, muy sola.
La putada es que le dolía. Le dolía el mordisco, le dolía la garganta de tanto gritar al maldito chucho y le dolía el alma, si es que eso existe.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Final Feliz

Para vender o para comprar. Lo mismo da.
Siempre se quiere un final feliz, y si no es cerrado, que ofrezca la posibilidad de imaginar que en parte puede acabar bien. Aunque el final es tan simple como pensar que todos acabamos en el mismo sitio...


sábado, 1 de noviembre de 2008

Elementos


He aquí la cuestión: girar a la derecha o girar a la izquierda. Se sentía confusa, aturdida y tenía frío. Además no hacía más que recordar a Alicia, si bien un gato invisible no le hubiera ayudado mucho en este momento, al menos le haría cierta compañía para no sentirse sola en medio de esa oscuridad. Penumbra, más bien.
Aunque no conseguía recordar cómo había llegado allí exactamente, tenía la certeza de que esa noche sólo había tomado un chocolate caliente... Entonces, ¿cómo podría haber caído en ese sueño tan profundo? Recordaba la sonrisa socarrona de aquel camarero, el chaquetón de Marcos colgado en la silla y el humo que salía de la taza trazando una línea prácticamente invisible entre la mesa y el techo del local. También recordaba la canción sesentera que sonaba en ese preciso instante, aunque no conseguía reconocer al autor. Demasiada información.
Una vez más se plantó frente a la encrucijada. Todo era desconocido y remotamente familiar. Todo era oscuro, pero albergaba cierta luz. ¿Elegir? Se dio media vuelta, cosa que no había hecho desde el momento en que se despertó. Y le vió. De pie. Inmóvil. Con una mirada hiriente, ofensiva. Con las manos colgando pesadamente a cada lado de su cuerpo. Sin llegar a distinguir qué aferraba con tanta firmeza, se acercó y se enfrentó a esa sonrisa una vez más.
Ya empezaba a recordar...