sábado, 28 de febrero de 2009

Lo más triste de la noche


Lo más triste de la noche son
las miradas que buscan
desesperadamente
que claman por un poco de atención
que ruegan
por una caricia que les saque
de su rutina infernal.

Lo más triste de la noche es
la frialdad de los vasos
que derrochan alegría plástica
inverosímil
cuando gritan pidiendo
cualquier cosa que les saque del
letargo
que calme sus ansias
su necesidad de decir:
- estoy vivo -.

El calor, el roce, la perversión.
Perversión porque, de una forma
casi maligna
se acaban aferrando a otros cuerpos
para saciar su sed
y no de amor, sino de vida.

¿Qué será de nosotros mañana?
Pregunta ella.
¿Puedo verte desnuda?
Pregunta él.
Y se devoran con el alma
con la necesidad del que no necesita
nada más
que una dosis de irrealidad.
Gracias luces de colores.
Gracias ventilaciones defectuosas.
Gracias noche maravillosa*.



*donde la palabra "maravillosa" pierde.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Brevedad


Qué pasará si al final
la ira y la duda se marchan
si olvidamos qué seremos
si olvidamos qué fuimos
qué somos



y lo rompemos todo.

domingo, 8 de febrero de 2009

Por qué nos fascinan los cielos

Cuando coges la cámara y empiezas a disparar a diestra* y siniestra*, es decir, que no tienes ni puta idea y le echas fotos a todo lo que ves, hay varios objetos recurrentes: los pies, las manos, las carreteras, las playas y los cielos. Todo fotógrafo amateur tiene fotos de sus pies, de las manos de su "novia/o" y del verano anterior. Sin embargo hay algo que nos supera a todos, que nos deslumbra tanto que, independientemente del tiempo que tengas tu aparato (léase cámara, por favor), siempre va a quedar bien y siempre va a ser un espectáculo de luz y color imposible de obviar.
El cielo, que cada tarde es distinto: en formas, colores, ilusiones. El cielo no defrauda, nieve, truene o haga un sol de muerte. Está ahí, inmenso, ocupándolo todo. Como una gran pena o una gran esperanza.
Yo caminaba hoy, por una ciudad extraña que cada vez lo es menos, y que cada vez es un poquito más mía, porque la mente se rebela y te dice: es el mundo, y aquí es donde vives; todo es igual aunque sea distinto. Y recuerdo que, en estos últimos meses, me ha venido a la cabeza repetidas veces una canción de los Celtas Cortos que dice que en la vida hay dos caminos a elegir: "uno muy gris, pero seguro, sin arriesgarte a mojarte el culo" y continúa " si elegiste el otro lado, del camino ten cuidado, si tu has elegido muerte, hoy ha cambiado tu suerte; si eres otro bicho raro, pa´ las leyes del mercado, únete a la mayoría de esta inmensa minoría". Total, que me acabo preguntando qué camino he escogido yo, si he renunciado a mucho, si estoy aspirando a poco, o viceversa. Si a veces crees que estás en un lado y en verdad estás en otro. Si no hay dos caminos y de todas formas acabamos en el mismo lugar.
A veces se me olvida luchar, respirar, caminar y mirar hacia delante. A veces se me olvida de dónde vengo y a dónde quiero ir. A veces me olvido de sonreir, de disfrutar. Se me olvida que ESTE momento es único y no puedo pasarme el día durmiendo, porque se acaba y no sé por cuánto tiempo se mantiene una misma situación. Aunque nunca pase nada, y nada sea igual.
Entonces miro al cielo (si lo pongo en tercera persona "miras" suena menos cursi o manido), como decía, miro al cielo y descubro su inmensidad, su autenticidad, su inestabilidad... y veintemil palabras acabadas en "dad" que llenan de grandeza todo lo que me rodea. Y pienso que no tengo que pensar tanto, sino vivir más.
Y me vuelvo a casa con menos frío y con un poquito más de felicidad, de humildad incluso. Porque mañana será otro día, esperemos. Porque hoy he vivido un poco más y no me he quedado paralizada ante la rutina que me espera.