Esta claro: el que controla la palabra, controla el mundo. La palabra sirve para persuadir, para negociar, para calmar y clamar. Sirve para contactar, para odiar y para amar. Aquel que sabe qué tiene que decir y en qué momento, controla su entorno. Maneja sus relaciones sociales y asciende en la pirámide de esta, nuestra sociedad. Si controlas el lenguaje evitas los malentendidos, o haces que malinterpreten justo lo que tú quieres. Puedes incitar, puedes insultar y quedar bien. Puedes frenar una catástrofe y lo que es peor, puedes provocarla. Una vez que entiendes la mayor parte de la gramática puedes descifrar contratos, manuscritos y cualquier documento que caiga en tus manos, acción que te llevará al conocimiento. Y el conocimiento hará una vez más, que superes las barreras impuestas. Por eso es necesario el lenguaje y por eso cada día se habla y/o se escribe peor. Una vez que está a nuestro alcance, a través de los medios de comunicación, llegar a cualquier conocimiento existente, es necesario que se nos impida interpretarlo correctamente para que el poder siga estando en manos de unos pocos que lo manejen.