martes, 15 de marzo de 2011

Autorretrato

Tengo un par de amigos fotógrafos y conozco a otros tantos que también lo son o al menos lo intentan. A algunos les sigo la pista desde hace mucho, desde que internet se convirtió en lo que hoy es: un expositor de imágenes tomadas por aficionados con mejor o peor acierto. Y todos y cada uno de ellos tienen una cosa en común, sean de Cuenca o de Perín.

Si hay algo que podremos encontrar en todo portfolio, en cualquier proyecto de este mar de fotos que copa la red, son los autorretratos. Supongo que algunos fueron al Mierdamark, vieron una reflex en oferta, la compraron y una vez en casa pensaron: "ahora que tengo una cámara... ¿qué hago?"; y como lo más cercano que tenemos es nuestra cara, empezaron por ahí. De las fotos de "pies" hablamos otro día.

También imagino que, en la búsqueda de un "Yo" más satisfactorio que el que nos devuelve el espejo cada día, muchos y muchas empezaron a jugar con las luces y las sombras, con las muecas y las poses, dando lugar a una cantidad de autoimágenes en la que la media de belleza mundial se eleva al cubo o más.

Quizá también, y por no ser malpensada, existen unos pocos que lo que buscan es encontrarse, bonitos o feos. Saber quiénes son. Ver las huellas que el tiempo deja en su rostro. Abrirse al dolor y a la alegría y conocerse en cualquier caso. Sé de grandes artistas que han hecho esto y, lo más triste de mi cabeza, es que apenas puedo recordar el nombre de uno (refiriéndome a fotógrafos, por supuesto, que pintores ya indagaron en este género desde hace muchos siglos). De lo que sí me acuerdo, es de un vídeo de Alberto García-Álix, que encontré hace poco y que responde a esta cuestión.


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