La incertidumbre siempre fue uno de los peores males. Cuando tienes una meta clara, cuando conoces el camino a seguir, cuando te hablan y sabes a qué se refieren, no importa que sea malo o bueno, no cabe duda de que tu destino está marcado. Si por el contrario estás perdido y el mañana sólo es un gran interrogante, vivir con un nudo en el estómago se convierte en un hábito desagradable al que cuesta acostumbrarse.
Sobre todo, si durante toda tu vida has tenido bien claro lo que ibas a hacer y de repente, se esfuma la claridad dejando un rastro de confusión que te paraliza y te vuelve algo inútil. Así que empiezas a dudar hasta de ti mismo, de tu valía y de tus necesidades. ¿Por qué seguir luchando por algo que no está claro? ¿Cómo tomar decisiones si no hay una base a la que aferrarse? Quizá el descanso sea oportuno. Un alto en el camino no es algo negativo... sólo es tomar un respiro.
Pero el mundo sigue girando, el tiempo corre en tu contra y sigues atontado, esperando algo que te indique hacia dónde debes seguir. Sin sueños ni deseos, ¿qué se puede hacer?
La cabeza vacía, la cama vacía.
Y sólo echarte de menos.
Sobre todo, si durante toda tu vida has tenido bien claro lo que ibas a hacer y de repente, se esfuma la claridad dejando un rastro de confusión que te paraliza y te vuelve algo inútil. Así que empiezas a dudar hasta de ti mismo, de tu valía y de tus necesidades. ¿Por qué seguir luchando por algo que no está claro? ¿Cómo tomar decisiones si no hay una base a la que aferrarse? Quizá el descanso sea oportuno. Un alto en el camino no es algo negativo... sólo es tomar un respiro.
Pero el mundo sigue girando, el tiempo corre en tu contra y sigues atontado, esperando algo que te indique hacia dónde debes seguir. Sin sueños ni deseos, ¿qué se puede hacer?
La cabeza vacía, la cama vacía.
Y sólo echarte de menos.